"El latinoamericano es un autor invadido por los hechos de la vida circundante. Si quisiera quedarse en su torre de marfil lo arrancarían de nuestra tremenda realidad, realidad, nuestros problemas vitales.”

MIGUEL ANGEL ASTURIAS

FICHA TECNICA Dirección y producción: Sergio Cabrera Guión: Humberto Dorado, a partir de una historia de Sergio Cabrera y Ramón Jimeno Fotografía: Carlos Congote Música: Germán Arrieta Diseño de producción: Enrique Linero y Luis Alfonso Triana Montaje: Manuel Navia y Nicholas Wentworth Reparto: Frank Ramírez (Romero), Fausto Cabrera (Don Jacinto), Sain Castro (Justo), Ernesto Malbran (Lázaro), Víctor Mallarino (Doctor Holgun), Luis Fernando Munera (Gustavo Calle), Humberto Dorado (Victor Honorio Mosquera), Florina Lemaire (Gabriel / Gabriela), Gustavo Angarita (Fray Luis), Vicky Hernández (Doña Eulalia), Edgardo Román (Juez Díaz). Duración: 107 minutos. Calificación IMDB: 7.3 /10

COMENTARIO: Alfonso Reyes acuñó una frase acerca de la finalidad de los artífices de la estética, que resulta casi ineludible si de un contexto tan disímil y complejo con el colombiano se trata: “El artista debe ser el testigo insobornable de su tiempo”. El filme que presentaremos esta noche de viernes, del afamado director Sergio Cabrera, es una buena prueba de ello.

En una aciaga época de principio de milenio, cualquier persona que aún no ha regalado su voluntad al terrible sistema que, antes de regular y equilibrar nuestro entramado social, lo ayuda a pervertir y lejos está de solucionar las tenaces problemáticas que nos agobian, puede dar cuenta de la situación del país del Sagrado Corazón, la cual, no es, ni siquiera de lejos, la mejor que se pudiera desear. La Estrategia del Caracol nos regala una mirada eficaz de cierto sector de la sociedad, de condiciones paupérrimas, y su dura lucha contra la burocracia que representa, desde luego, la defensa de los intereses de una patética y decadente élite. ¿El arma secreta del combate? No es más que ese componente que en Colombia resulta ser todo un conjuro para sobrellevar la adversidad; quien no lo posea, que no se preocupe; las tenaces circunstancias de este pedazo de mundo se la regalará –Dios quiera- “a las buenas o a las malas”, como gustan decir las señoras de nuestro terruño: LA MALICIA INDÍGENA. Nuestro diablo también es cojuelo y a la vez que hace reír, su temeroso trato permite que siempre haya una salida del fango, por poco ortodoxa que resulte.

Señoras y señores espectadores: búrlense, lloren, griten con esta película, pero de que aquí se hace cine, se hace: por difícil que parezca creerlo, en Colombia todavía quedan personas que saben cómo son en realidad las vueltas que el artista tiene que hacer para manifestarse. ¡Que ruede el celuloide hijueputas!

TEXTO: LEONARDO A. MORA

El amor es el reconocimiento en la persona amada de ese don de vuelo que distingue a todas las criaturas humanas. El misterio de la condición humana reside en su libertad: es caída y es vuelo. Y en eso también reside la inmensa seducción que ejerce sobre nosotros el amor. No nos ofrece una vía de salvación; tampoco es una idolatría. Comienza con la admiración ante una persona, lo sigue el entusiasmo y culmina con la pasión que nos lleva a la dicha o al desastre. El amor es una prueba que a todos, a los felices y desgraciados, nos ennoblece.

OCTAVIO PAZ

FICHA TECNICA Dirección David Cronenberg , Producción Gabriela Martinelli Guión David Henry Hwang Fotografía Peter Suschitzky Música Howard Shore Reparto Jeremy Irons, John Lone, Barbara Sukowa, Ian Richardson País Estados Unidos Año 1993 Duración 101 minutos. Calificación IMDB: 6.7 /10

COMENTARIO: Comentaré en que consiste ese viaje al interior de las pasiones que en los siguientes 100 minutos tendrá lugar: Réne Gallimard es un diplomático francés recién llegado a China, un país en su momento sacudido por cambios socio-políticos y en el que el aire parece empujado por un espíritu revolucionario. Una tarde Réne asiste a una representación de una opera de Puccini; durante la ejecución conocerá a Song-Ling, una hermosa y enigmática cantante que supondrá el detonante del caos en toda esta historia. Cuando las miradas de Gallimard y Ling se crucen no habrá marcha atrás, dos seres, cualquiera, colisionaran sus complejos mundos y se embarcaran en la construcción de un universo donde los afectos, las emociones, los desencuentros y otros síntomas desencadenaran una extraña enfermedad que irá haciéndose con el paso del metraje más y más crónica.

Habrán momentos de tremenda debilidad vendrán también los de fortaleza, uno sufrirá más que el otro, expondrán desnuda el alma, y tratarán al máximo de disimularse las complicaciones. Los protagonistas de esta huida lo saben desde el principio, y aun, conscientes de semejante fragilidad, lo intentan; se dejan contaminar por eso que bien podrá otorgar algún sentido a su existencia, dibujan alrededor del otro un andamiaje cargado de sensaciones, de lugares y de buenos recuerdos.

Los comprendo; se nos ha enviado a este mundo tan solos, con tan poca información y con tan poco tiempo para asimilarla que no queda más remedio que refugiarnos en el seguridad de unos brazos, la novedad de una mirada, el sabor inconfundible de una boca y la cadencia de un tono de voz para intentar perpetuarse.

En el escenario de la vida vamos sin rumbo pidiéndole a alguien escogido del anonimato que por favor se disfrace, se maquille y actué como el personaje que queremos, uno que reúna el temperamento y los rasgos que hemos soñado, el mismo al que rogaremos por hacer carne aquello celestial e inalcanzable. Buscamos ideales en una masa informe de caras y caracteres fundamentados en lo impreciso, lo defectuoso y lo perecedero.